domingo, 25 de diciembre de 2011

La religión de la ciencia


"La ciencia sin la religión es coja, la religión sin la ciencia es ciega"

- Srila Prabhupāda -

- Albert Einstein -

"La ciencia puede descubrir lo que es cierto, pero no lo que es bueno, justo y humano."

- Marcus Jacobson -

"He aquí mi yo dinosaurio."
Lo siento, me ha sido imposible contenerlo más en mi interior, pero creo que que ya va siendo hora de sacar a pasear el dinosaurio que todos llevamos dentro, y que por el sólo hecho de ser dinosaurio y antiguo suele caer mal a la gente...

El tema que hoy vamos a tratar no es otro que el que viene claramente indicado en el título, la religión de la ciencia, tema nacido a colación de la lectura de una magnífica entrada, de igual título por cierto, en el blog "La Queja del Primate".

He de aclarar desde un principio que la senda por la que discurre el  tema que voy a tratar posiblemente no coincida con la que transita el texto en que, en parte, está inspirada y quizás yo me desvié más hacia la crítica, clara y concisa, de la concepción de la ciencia como divinidad, y por tanto como ser supremo de la nueva, y cada vez más extendida, religión que vivimos en nuestros días.

De base debemos dejar claro el importantísimo, transcendente y innegable papel que ha reportado el desarrollo de la ciencia y la tecnología, su brazo armado, en el devenir de la humanidad, ya sea para bien o para mal... Pero de ahí ha deificarla hay un paso y no precisamente pequeño...


Quizás haya sido la extrema velocidad a la que se han sucedido los avances científicos o quizás haya sido la infinita confianza que a veces depositamos en nuestras propias fuerzas la que nos haya llevado a pensar que a través de la ciencia íbamos a conseguir explicar al completo la realidad, a poder dominar y modificar la naturaleza propia de las cosas a nuestro antojo. En conclusión: la ciencia paulatinamente fue, va e irá sustituyendo a cualquier otro tipo de concepción de la realidad.

Convertir la ciencia en el supremo y básico de los principios sobre los que ha de fundamentarse el desarrollo de una sociedad, obviando a su vez el resto de planteamientos y concepciones (véase concepción religiosa, filosófica o artística), puede llegar a ser, desde mi humilde e insignificante punto de vista, sumamente peligroso.

Y, justo aquí, en este punto de la reflexión es donde quería realizar, pues me parece necesario, un intento de des-deificación, o terrenalización, de la ciencia basada en una serie de puntos que ahora paso a enumerar:

- La ciencia no es la realidad: La realidad es la realidad, y la ciencia no es más que un intento de aproximación a ella, por lo tanto, podremos acercarnos a la realidad a través de la ciencia tanto como nos sea posible realizar el acercamiento a esta ultima. Dicho acercamiento a la realidad variará enormemente según vaya modificándose nuestra percepción sobre ella a través de las herramientas que nos proporciona la tecnología, y por lo tanto, siendo ciencia y tecnología dos caras de la misma moneda, este proceso de acercamiento no será más que una relación de feed-back sobre si misma, es decir, sin llegar superar los límites de su propio desarrollo, sin llegarse a producir nunca un acercamiento total a la realidad.

- La ciencia se basa en datos estadísticos y por lo tanto siempre será inexacta: Como ya sabemos, la ciencia se basa en la observación de fenómenos que, más o menos, somos capaces de cuantificar y reducir a ecuaciones que pueden llegar a ser bastante cercanas a la realidad observada. Pero no podemos obviar que tales aproximaciones nacen de estudios estadísticos de la realidad llevados al plano aproximado de la matemática, siendo imposible observar el comportamiento absoluto de un fenómeno, y por lo tanto dejando lugar a la incertidumbre de un dogma que tomamos como verdadero, hasta que probamos que no lo es.

- La ciencia muestra el comportamiento de la realidad, pero no el por qué de ese comportamiento: La ciencia nos lleva a un continuo devenir de preguntas sin respuesta, que una vez respondidas, nos sumergen en un infinito bucle de preguntas sin respuestas. La ciencia es capaz de explicar "la cosa", pero no el por qué de "la cosa", así como "sabemos" que es la gravedad, pero no su por qué. Toda respuesta a una pregunta lleva a otra siendo: ¿Por qué X? Por que Y. ¿Por qué Y? Por que Z. ¿Por qué Z? Por que W... Y así en sucesión infinita dejando una puerta siempre abierta a la incertidumbre.

- La ciencia toma como cierto todo aquello que podemos "probar", el resto no existe: Todo lo que no se puede demostrar analíticamente para la ciencia no existe. La moral, el amor, Dios, la justicia y la ética, por ejemplo, al no poder demostrarse y cuantificarse no existen. Incluso la propia existencia es inexistente a ojos de la ciencia. Todo es relativo, pero a la vez, todo lo cuantificado por ella es dogma de fe. ¿Qué será verdad si ni siquiera sabemos si existimos?

- La ciencia no puede cuantificar a través de ecuaciones valores tales como la justicia, la moral...: Devengado del punto anterior. Si no podemos probar la existencia de realidades, atribuyéndolas simplemente a la imaginación del hombre, tampoco podremos cuantificarlas, y a su vez tampoco saber que es lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo herético y lo santo... Simplemente no existe.

Con todo lo anterior simplemente pretendo impulsar una corriente crítica hacía el eruditismo que hoy en día vivimos bajo el yugo de la ciencia, y que cada vez nos impide ver más otras posibles respuestas, no tan cuantificables de la realidad, como lo pueden ser la religión y la filosofía, siempre y cuando vayan cogidas de la mano:

"Religión sin filosofía es sentimentalismo o fanatismo y filosofía sin religión sólo es especulación mental"

- Srila Prabhupāda -

Y bueno, con poco más que decir, creo que ya va siendo hora de guardar al dinosaurio que todos llevamos dentro y al que todo el mundo odia por ser sentimentalista y feo, pero al que yo sé que Dios ama, por eso los destruyó, y con eso me basta...


lunes, 28 de noviembre de 2011

La Santísima Trinidad

"El misterio de la Santísima Trinidad"

Dios es un triangulo cuyo área se define con la siguiente ecuación:

A = π · r 2

sábado, 26 de noviembre de 2011

Huerta...


La huerta es como la vida.

Da igual lo mucho que caves, injertes, riegues o abones. 

Da igual lo mucho que sudes y sangres.

Siempre podrá venir una helada y destrozarlo todo...

Pero, aún así, hay que seguir luchando.

La huerta es la vida.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La parábola del excremento

"He aquí una hez,
para todo aquel tan fino
que no sepa lo que es."
Hoy les voy a pedir un esfuerzo, pues les propongo un ejercicio para el que van a tener que emplear su imaginación, y por consiguiente, su mente. Les prometo que merecerá la pena.

Ahora cierre los ojos e imagine que tiene ante usted un excremento... ¿Lo ha hecho ya? Bien, entonces podemos continuar...

Supongamos que en vez de tener un excremento frente nosotros queremos tener otra cosa, sea lo que sea, y para conseguir este objetivo lo que hacemos es, ni más ni menos, darle la vuelta a la hez... 

¿Pero que es lo que obtenemos?

El mismo excremento pero boca abajo.

Algo falla. 

No estamos consiguiendo lo que nos proponíamos, que no es otra cosa que apartar la hez de nuestras narices, pero entonces se nos ocurre la brillante idea de revolver dicho excremento con un palo. 

Nos afanamos una y otra vez revolver el excremento con la esperanza de que se convierta en otra cosa mejor...

¿Pero que es lo que obtenemos?

La misma hez pero revuelta.

Algo vuelve a fallar.

Inquietos ya ante la impotencia escatológica se nos ocurre las más brillante idea que ha surcado cualquier cabeza desde el mismísimo nacimiento de la razón... Conectar la hez a la corriente eléctrica a ver si así, de una vez por todas, conseguimos sustituirla por algo más bello a nuestra vista. 

Y lo hacemos.

¿Pero que es lo que obtenemos?

El mismo excremento pero electrocutado.

Y así, idea tras otra, volvemos a obtener la misma hez pero en diferentes estados...

Entonces, yo me pregunto: ¿No será más fácil desechar la hez, quitarla simplemente de nuestra vista tirándola a la basura, en vez de voltearla, removerla o electrocutarla esperando que se convierta en otra cosa que no es?

Y la respuesta no puede ser otra cosa más que un claro y rotundo .
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Conclusión: "Si no quieres tener el mismo excremento maloliente delante de ti toda tu vida, no tendrás más remedio que quitarlo."
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Bienvenidos al modelo económico actual.

(Sólo que hay un pequeño problema, una vez que quitemos la hez, no sabemos que "mierda" vamos a poner...)

viernes, 4 de noviembre de 2011

Hacia "Brave New World" I: El utilitarismo va a llegar...

Fernando Arrabal en el programa
"La Noche" de Sánchez Dragó.
Ya nos lo advertía Fernando Arrabal, "¡El utilitarismo va a llegar!" (¿O era el milenarismo? No sé, hace ya tanto tiempo...), y nosotros no hacíamos más que reírnos de él, de aquel pobre hombre que, presumiblemente, bajo los efectos de algún tipo de narcótico no paraba de balbucear, una y otra vez, frases sin sentido mientras se tambaleaba de un lado a otro del plató...

Y en efecto, el utilitarismo está llegando a nuestra sociedad... Así que siguiendo los modos y maneras de Arrabal sólo podemos decir, "¡Hablemos de utilitarismo, cojones ya!", y eso es, sin duda alguna, lo que vamos a intentar hacer...

A lo largo de la historia de la humanidad han existido cientos de corrientes filosóficas distintas, desde el idealismo platónico, hasta el vitalismo nietzscheano, pasando por el utilitarismo, que es la que en este artículo nos interesa y de la que vamos a hablar.

El utilitarismo no es más que, y a la RAE me remito, la "doctrina filosófica moderna que considera la utilidad como principio de la moral", ni más, ni menos... Y es alarmante como esa concepción de la moral se ido infiltrando poco a poco en el pensamiento colectivo de la sociedad.

El utilitarismo llevado al extremo, cosa que se suele hacer cada vez con más asiduidad en la sociedad, significa la transformación del ser humano en un medio, y no en un fin. Resumiendo: Todo ser humano "no útil" no tiene lugar en la sociedad, es decir, el ser humano nace, trabaja, se reproduce y muere. Punto y final.

Todo ser humano "no útil" no tiene lugar en la sociedad, una afirmación tan dura como cruda, que sin embargo estamos aceptando poco a poco sin apenas darnos cuenta. La verdad es que ignoro profundamente cuales han sido los mecanismos que nos han llevado a esta sociedad utilitarista, pero lo cierto es que estamos introduciéndonos definitivamente en ella y posiblemente una vez esté instaurada no podremos dar marcha atrás...

La aceptación del utilitarismo por parte de la sociedad se puede apreciar a través de ciertas políticas que están siendo requeridas por la ciudadanía, como por ejemplo la legislación de la eutanasia (aunque si ustedes, en quienes confío plenamente, piensan un poco seguro que encuentran al menos otra política utilitarista en la sociedad de nuestros días...). Entiendanme, no trato de frivolizar con un tema tan complejo y difícil como la eutanasia, en el que habrá casos y casos totalmente diferentes unos de otros, pero no podemos resignarnos a ser objetos de usar y tirar.

La persona, es más, el ser humano queda diferenciado del resto de animales por su indeterminismo natural, el ser humano no puede dedicar su vida y obra completamente al trabajo, el ser humano no es una maquina... El ser humano no puede ser desconectado en el momento en el que deja de ser útil... El principio básico del ser humano, y en ello radica su ser, es la humanidad, y dentro de ella no cabe ningún tipo de utilitarismo...

Una sociedad utilitarista mata de raíz al ser humano, una sociedad utilitarista mata la humanidad, una sociedad utilitarista mata al hombre y sólo deja lugar a la máquina... Pero, desgraciadamente, no somos máquinas...


jueves, 29 de septiembre de 2011

Hacia "Brave New World": Disección de un mundo feliz e inhumano

Después todo un verano de silencio de cara a la galería, que no de puertas para adentro, me dispongo a retomar mi actividad en "Diálogos de nimiedad" y, además, lo hago con muchas ganas de poder expresar de una manera clara, concisa y sin tapujos todos y cada uno de mis pensamientos.

Así que sin más dilación voy a empezar.

"Un mundo feliz"
de Aldous Huxley
Este verano, como ya adelanté antes, ha sido un lugar propicio para el tan deseado descanso tras la selectividad, para el ocio, y también, cómo no, para la lectura, en este caso para una magnífica lectura, la obra más laureada de Aldous Huxley: "Brave New World" (en castellano, "Un mundo feliz").

"Brave New World" forma parte junto a "1984", de George Orwell, y junto a "Farenheit 451", de Ray Bradbury, la conocida como "Trilogía de la novela distópica". Son obras que nos hablan acerca de como sus escritores pensaban que se desarrollaría el curso de la historia, siempre para mal, en un corto-medio plazo. Y créanme que su lectura causa, en el lector avezado, una tremebunda y agría sensación de terror al ver algunos de sus pronósticos reflejados en nuestra triste realidad cotidiana...

Por eso me dispongo a escribir esta serie de artículos, siendo este la introducción y justificación de los demás, sobre las relaciones que, a mi parecer, existen entre la sociedad real de nuestros días y la existente en la obra de fición "Brave New World".

Con ello intento animar a la lectura de este gran desconocido de la literatura universal, obra que incluso, pienso, nos debería ser mostrada en los centros e instituciones de enseñanza, pues nos lleva a conclusiones y visiones de nuestra realidad a las que difícilmente podríamos llegar sin esta droga, tan sana, que es la buena lectura... Pero claro, tampoco interesa mucho que el populacho piense demasiado, no vaya a ser que se joda el invento...

¿Quién no lo habrá pensado alguna vez?

Así que, sólo deciros, espero que os guste mi trabajo... ¡Ah, y no dejéis nunca de pensar!

viernes, 22 de julio de 2011

El toreo y la hipocresía

Todo comenzó hace cosa así como un año. Nos encontrábamos estacionados en los Pirineos, concretamente en el campamento de Virgen Blanca, donde pasamos alrededor de unos quince días. Todo allí era maravilloso: el ambiente; el paisaje; la climatología; las personas; pero ante todo, lo más espectacular que pudimos probar en aquellas tierras fue su exuberante y sabrosa gastronomía, principalmente, basada en las sabrosas carnes criadas al amparo del río Ebro.


Fueron esas carnes de tierras zaragozanas las que sembraron la manzana de la discordia en el campamento, pues algunos de los que disfrutaban el jugoso sabor de estas carnes en su paladar eran fervientes antitaurinos, cosa que, a mi parecer, supone un acto de suprema hipocresía... Indolente hipocresía, pero hipocresía, al fin y al cabo. 

Según mi humilde parecer, no puede haber una persona más desinformada e hipócrita que un antitaurino, que defiende a capa y espada sus posturas mientras degusta un buen pedazo de carne, me parece un acto hasta idiota, pues si nos alejamos aunque sólo sea un poco de los hechos que tratamos, seremos capaces de darnos cuenta de que están cometiendo el mismo acto que ellos criminalizan hasta la saciedad, que no es otro que el siguiente: hacer sufrir a un animal para para obtener así un placer.

Y no me sirve que me digan que no es lo mismo, por que es prácticamente el mismo hecho visto fríamente:
  • Toreo: Se cría un animal en buenas condiciones, en este caso un toro. Se tortura hasta la muerte al animal. Se obtiene un placer, tanto visual, por parte de los espectadores, como gastronómico, pues no hay ni una sola parte del toro que no se coma.
  • Ganadería intensiva: Se cría un animal en condiciones inhumanas. Se tortura hasta el momento de su muerte para obtener el mayor rendimiento monetario de ellos. Se obtiene un placer, en este caso gastronómico.
  • Ganadería extensiva: Se cría un animal en buenas condiciones. Se le da muerte. Se come. (Nota importante: bajo ningún concepto es viable económicamente, así que no podría realizarse exitosamente en una sociedad capitalista, modelo en el que vivimos actualmente.)
Y bueno, dejando la ganadería extensiva a un lado por inviable, como ya he explicado anteriormente, vamos a centrarnos en el toreo y la ganadería intensiva, aunque, en realidad, las diferencias existentes entre uno y otro acto son casi intangibles, radicando la mayor de ellas en que en el toreo se ve la muerte del animal y en la ganadería intensiva no... Pero no se preocupen, que ya me encargo yo de mostrarsela:


Me hace mucha gracia ver como todavía hay gente que defiende, casi con su vida y sin haber estado nunca en un matadero, las buenas practicas y el buen hacer que se dan en el interior de criaderos y mataderos de animales... (¡Ah! Por cierto, aquí os dejo el enlace del documental completo, para todos aquellos que no hayan quedado ya lo suficientemente desengañados, o para todo aquel que simplemente tenga la suficiente sangre fría como para poder ver el documental al completo y después pueda comerse un buen solomillo de cerdo sin remordimientos: http://www.youtube.com/watch?v=qwJQvrFrA-U)

Pero claro, ahora me dirán que la ingesta de carne y de proteínas animales es imprescindible para la correcta alimentacion de cualquier ser humano, sí, pero no... Me explico, basándonos en datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), los cuales dicen que sólo son necesarios 60 gramos diarios de proteínas animales al día, podemos afirmar de manera irrebatible que sólo hay un hecho por el que comemos tanta carne en nuestra sociedad y es simple y llanamente por que nos gusta la carne, nos gusta el foie, nos gusta nuestra buena ternera a la plancha... Lo que más triste me parece es que nos seguimos escudando en que es indispensable comer una buena cantidad de carne en nuestra dieta para estar fuertes y sanos, pero una vez vislumbramos los datos, y estos nos iluminan, no tenemos más opción que rendirnos ante la evidencia de que si comemos tanta carne es por que nos gusta, y si nos gusta, nos gusta también implícitamente que ese animal que haya muerto, posiblemente torturado, para que a través de esa muerte y esa tortura nosotros podamos disfrutar del placer de un buen pedazo de venado bien cocinado.

Quiero que me entiendan, no estoy intentando posicionarme, a favor o en contra de la tauromaquia, simplemente quiero hacer una reflexión ante la creciente hipocresía de nuestra sociedad, una sociedad en la que defendemos ideales, utopías, sin saber que nosotros mismos realizamos iguales o mayores tropelías que las personas a las que criticamos y destripamos publicamente una y otra vez, en este caso los toreros. 

Sólo pido un poco de decencia y autocrítica por todos y cada uno de nosotros, pues sin darnos cuenta podemos llegar a ser los mayores hipócritas que hayan pisado la faz de la tierra desde su mismísima creación... Y sólo nos quedan dos opciones para dejar de ser hipócritas con respecto a este tema, y son las siguientes:
  1. Nos convertimos todos al veganismo, pues son las únicas personas moralmente capacitadas, los veganos, para criticar la tauromaquia en toda su amplitud, sin traicionar en ningún momento sus ideales y sin ser ni por asomo hipócritas
  2. Nos dejamos de hipocresía y de tanta demagogia barata, para así darnos cuenta de que entre el acto de comer carne y el toreo no hay tantas diferencias como queremos ver...
Así que, ya una vez conocidas las opciones, sólo nos queda optar por una de ellas, o seguir viviendo en la hipocresía de dinamitar un acto que nosotros mismos cometemos... Ustedes sabrán que les conviene más...